En una habitación siempre me dejaba ganar en esas peleas contra frascos miniatura de perfumes caros. Porque sólo eran eso, perfumes caros.
En un colchón deshago pensamientos y anudo palabras, las encadeno y te vuelvo loca a base de miradas, también encriptadas.
En la ventana me pierdo. Mi silueta es sólo eso, una silueta que abrazas manchando con tus huellas dactilares el cristal que nos separa.
En el espejo del baño se reflejan mis ojos y, en ellos, me veo reflejado. Los cierro y en mi mente te reflejas tú, en el espejo del baño, dibujando formas imposibles que sólo yo sé interpretar.
En el armario siempre me falta espacio para perderme buscando tus ganas de mí. Y temo cansarme si no me encuentras tú primero.
Detrás de la puerta arrastro la basura con el pie derecho, es la puerta que está junto a bambalinas. Y no me da vergüenza decirte que ahora eres protagonista.
He visto como mi boca jugaba al escondite con la tuya. Me aburrí de contar hasta 100. Tu boca se escondió, otras tantas veces, detrás de la puerta donde colocaste tus vergüenzas.
Nuestros ojos, celosos, no saben que tienen sus momentos y que pierden el tiempo viendo como nuestras bocas juegan al escondite... y nunca se encuentran.
Y nuestras manos se han sentido inútiles por esta vez... sólo por esta vez...
... a ti.