martes, marzo 31, 2009

caza mayor

Casi sin pensarselo mucho le llevo a su guarida. El día de caza había sido fructífero. La pieza había resultado ser más apetecible viva que muerta.
En lo alto de aquella colina se suspendía a vista de hormiga su ático sin vistas.
Le arrastró todo el camino agarrándole sus pieles frías por la humedad a la salida del coto. Al llegar a la entrada principal de su propiedad, verse reflejada junto a él le supuso una dosis de incertidumbre. Aún así, no dudó ni lo preciso en estos casos. Subiendo pensaba en un plan provisional. Algo de sonoridad que amenizara y un refrigerio para que él saciara su sed (por ella).


Le tenía allí, fue la presa elegida. Le observaba mientras le oía platicar sobre la opinión que le concedía aquella lámpara de pie redondo de estilo bauhaus. Que no dejara de sonreír le llamó la atención. Ella había pasado algo más de dos semanas buscándose una mueca. Todo porque su última montería había acabado con una destitución radical a la altura de su corazón. Parece ser que diez meses basculando habían sido excesivos.


Su sonrisa y su fina barba contrastaban con la mirada miope y cada vez más sobria. Fue entonces, cuando se percató de que el trofeo de caza menor había resultado ser de caza mayor, era demasiado grande para aquella pared. Esta vez la (no-)fiel lámina de la Gran Vía madrileña tendría un invitado con el que aguardar ser colgada.
La ausencia de jaulas se disimulaba con la libertad limitada que le ofrecía. No hizo falta atarle. Sabía que necesitaría de sus manos para olvidar. Le concedió el placer de compartir sus sábanas. Él no se negó. E
l inimaginable camino hasta allí no hubiera tenido sentido. Más tarde se dio cuenta que todo dejaría de tenerlo porque sin imaginarselo la presa, por fin, se sintió cazada. Y la cazadora... enamorada.

viernes, marzo 27, 2009

Suspiros

Cuando un suspiro es un beso no dado. Y me llevo todo un fin de semana suspirando. Cuando duermo como un bebé… cuando hacia meses que no lo hacía. Cuando pensar en ella se vuelve costumbre y pensar en ti se hace obligación, es la cláusula, la letra pequeña que yo mismo mecanografíe. Cuando soñar es posible si hace horas que te vi. Cuando me levanto aturdido si hace horas que te soñé. Cuando un abrazo tiene su momento y su lugar. Cuando se hace esperar. Cuando se da y parece que se encaja perfectamente. Dos cuerpos como piezas de colores en un puzzle imposible. Cuando una mirada suya vale más de mil palabras y una foto tuya se hace mil pedazos en mi cabeza. Cuando el amor es el culpable de no estar contigo y de seguir con ella. Cuando veo su nombre en la pantalla del móvil y se me cambia la cara. Cuando es el tuyo y no hay cambios más que en el brillo de mi mirada. Cuando mi vida con ella es pasado y una vida contigo es el futuro resuelto de todos mis suspiros. Cuando nadie entiende lo que me pasa y todos saben por qué es… cuando yo soy mi peor enemigo y tú mi mejor aliada. Cuando la guerra que tengo es interna y mi conciencia descifra todos mis avances. Cuando no cabe estrategia alguna para no hacer (le/te/nos/me) daño. Cuando soy el Rey blanco, cuando eres la Dama negra y ella se enroca porque empezó conmigo una apertura Ruy López. En el amor y en el ajedrez todo tiene su estrategia. Sólo tienes que saber jugar tus piezas y saber mover. Nadie dijo que el ajedrez fuera fácil, ni el amor. En el ajedrez y en el amor suspiro constantemente. Veo que ella juega mejor que tú y yo como Rey me muevo en todas direcciones... pero sólo una casilla cada vez.


Cuando un suspiro es un beso no dado... y no dejo de suspirar.

viernes, marzo 20, 2009

Eres tú...

La mujer que yo quiero es sólo huesos unidos por muy poca piel. Es la chica de ayer. Es la flaca de Pau Donés. Tiene ojos de gata. La chica que yo quiero es media Verónica. Es sagrada. Es Miss camiseta mojada. Es más guapa que cualquiera. La chica que yo quiero se amarra el pelo. Es ninfa de miel. Es perfecta. Es princesa. La chica que yo quiero no dudaría. Es mi enfermedad. Mi deseo. Mi fiel talismán. Es amiga mía.

martes, marzo 17, 2009

La vida, en mesas separadas


Al Galileo no se viene a hacer amigos
. No vengo a engordar mi agenda de teléfono, ni la bandeja de entrada de mi correo electrónico. Tampoco quiero tenerte en 'Otros contactos' del messenger, y mucho menos saber que alguien comentó en tu tablón o que colgaste las últimas fotos del sábado noche que saliste. No vengo a buscar a alguien con quien conversar en los descansos. ¡No ves que yo ni siquiera fumo!, no necesito tomarme un descanso que dure lo que un cigarrillo y cientos de miradas, no lo necesito. No quiero conocimiento social de ningún tipo, es parte de mi insensibilidad hacia los considerados conocidos. No quiero ocupar la vida privada de nadie más allá de estas cuatro paredes y estos papeles. Yo ya tengo mi vida de vampiro. Yo no quiero días de sol, ni días contigo. Sabes que no iremos nunca a buscar conchas a la playa, ni haré que te enamores de las formas ilusorias de las nubes. Ni de mí. No te diré cosas que quieres escuchar y que no sentiré. No lo haré.

Al Galileo no se viene a hacer amigos. Por esto y por lo otro, mañana no invadiremos espacios ajenos. La vida, en mesas separadas. No compartiremos chicles, ni más miradas. No quiero tener en mi nariz tu perfume de D&G. No quiero que me hagas reír. Ni pensar en ti. No quiero distraerme observándote. Ni que lo hagas tú. No quiero hacer literatura de esto, pero lo hago. Así que mañana, la vida, en mesas separadas. "No quiero acostumbrarme a tenerte a mi lado".

sábado, marzo 07, 2009

EUDLF

Hace rato que releo tus escritos. Hace rato que intento ver algo en ellos que antes no haya visto. ¡Y joder!, veo cada cosa… que serán las horas. Las cuatro y veintidós minutos de la madrugada según el reloj del portátil. Estoy totalmente solo en una sala de estudio donde entran normalmente una media de 60 personas. Me sudan las manos. Me distraigo contigo y conmigo. Con los comentarios que comenté hace ya no sé… porque no miro la fecha, eso me da igual. Hace rato que escucho a Quique, le había recuperado anoche “bajo la lluvia” y hoy en continuado “en el disparadero” a “39 grados”. “De haberlo sabido” y “kamikazes enamorados” siempre entran en la lista. “No te arrepientas” porque sigo en “la ciudad del viento” y teniendo en cuenta lo poco que sé de todo esto… creo que aún “hay partida”, son esta noche las elegidas y “aunque tú no lo sepas”, ya te lo digo yo que la canta con Enrique Urquijo… ya sabes, una versión que no te he dicho que tengo, una que está grabada en directo de aquel programa que presentó Miguel Bosé. El Séptimo de caballería. 11 años ya. Por aquel tiempo me encontraba con los bolsillos llenos de arena y recopilando a mi manera lo mejor de EUDLF. ¡Joder! ¡qué de años ya! Guardo los apuntes, no cumplí mi objetivo de pasar el tema completo. Me quedaron 2 folios. Da igual porque aunque tú no lo sepas… inventamos mareas, tripulábamos barcos y encendía con besos el mar de tus labios. Muero con esta letra. Y con el sonido de la corneta. Voy a irme ya. Y que no sé si publicaré esto en el blog, no sé si te diré que aunque no diga nada especial: salió de ti. Y que aunque no me levante pensándote por el mediodía… hay algunos momentos en los que pienso más de la cuenta y no sé por qué será. Tú sabrás. Además, ¿qué más da?... yo no pienso decir .

martes, marzo 03, 2009

chatarra

Se acumulaba la chatarra. La tarde que te cogí el teléfono. Aquella madrugada. En todas las vueltas de coche dadas. Se acumulaba la chatarra. El día que me abriste tu balcón. Se acumulaba tras las cajas. En tu peculiar salón. En las paredes. Sobre una mesa abarrotada, ahí se acumulaba. Entre libros y discos. Con la publicidad, las facturas y las cartas. Se acumulaba la chatarra en el objetivo de tu cámara. En tu registro de llamadas, en las realizadas. Se acumulaba sin decirnos nada. En el contestador, en la nevera, en el espacio donde está ahora la mampara. Se acumulaba la chatarra en las esquinas de aquel inoportuno escalón, se acumulaba en la escalera, en la baranda. Entre las sábanas. Se acumulaba en la mesita de noche. Perdida en la Moleskine, junto a la palmatoria. En el hueco entre el cristal y la cama. Ahí se acumulaba, cada mañana cuando veía que llegabas. Se acumulaba en el bloc de notas, en tus archivos de ordenador, en las canciones de Quique, de Iván, de Dani, de Luís, de Carlos... en el mp3, en el interior de tus cascos. Se te acumulaba en el bus de camino al trabajo. Se acumulaba en las miradas. En tus inesperados abrazos. Se acumulaba la chatarra a los pies de semáforos, en carreras por las calles, entre los coches aparcados. En el Espejo café, se reflejaba. En el Wagaboo* se nos olvidaba. En el Hard Rock Café, ahí ya se acumulaba. En la vías del metro. En las cercanías del Cercanías. Y en la lejanía. En la Gran Vía, en Callao, en Chueca, en el Retiro,… en el Km. cero y en los seiscientos veintiocho coma cinco recorridos.
Y podría seguir acumulada...


Ahora guardo bien en mi memoria desguazada
aquellos recuerdos de una vida ya pasada,
de otro tiempo que fue mejor...
y que ahora ya es chatarra.