viernes, febrero 26, 2010

(antes de...) Así son las cosas

Lejos de ella buscaba acompañante para la inauguración de una nueva galería en el centro. Me gusta integrarme en la vida sociocultural de esta ciudad tan poco cosmopolita, lo hago por ella, saben, ¿no? Susana por aquel entonces ya me rondaba y yo echo mucho de menos a mi pichoncito.

Aquella noche dejamos el master de lado tras la tercera copa de vino y empezamos a conocernos mejor entre las copas de champagne. No sabía que Susana llevara aquel tatuaje. Tal cosa me sorprendió gratamente. De su boca dijo: -no sabes lo contenta que me has hecho eligiéndome a mí para que te acompañara. Tienes varias pretendientes en clase, ¿lo sabías?... le dije: -no, no lo sabía, pero ahora lo sé.

Intercambiamos miradas y sonrisas entre aquellas estrenadas salas de exposición, olientes aún a pintura y nerviosas por el trajín de los que allí se reunieron. Media etiqueta para ellos y vestido largo para ellas. Susana sabe elegir un vestido, ¡créanme! Físicamente me recuerda mucho a ella y es por ello y por la inevitable distancia que la extraño cada día, cada hora y cada minuto. ¡Joder, vaya ojos tiene... no me había fijado hasta ahora!
Hace cinco meses decidí dejar Madrid, a mis amigos, a mi familia y a ella por un master que podría haber hecho perfectamente en Alpedrete. Decidí darme un tiempo lejos de ella. Tiempo para que me extrañe y para que me demuestre de verdad que me quiere. Cuando acabe el master, si todo va a mejor, y ella termine la carrera hablaré con sus padres sobre la pedida. Tras nueve años de relación, mentiras, cuernos, huidas y reconciliaciones miles... después de nueve años lo que queda es casarse.

Susana ha quedado inaugurada por fin, me ha mostrado su peluda sala de exposición. Siguiente pretendiente de clase. Con Logroño me sale la rima fácil, con Susana también.

sábado, febrero 20, 2010

en busca de finales (I)

Un día te voy a regalar-enviar una de mis historias… una de las trescientascincuentaysiete que tengo empezadas y que no tienen final. Algunas son de pocas líneas, otras de varios párrafos. Que te pusieras un rato en mi sillón, delante de mi portátil, que abrieras mi carpeta de documentos a medias y eligieras uno al azar. Trescientosdos intentaban hablar de ti… cincuentayuno hablan ya de ti. El resto intentaban no empezar contigo en mi cabeza, ni una sola palabra se acerca a lo que en mí eres. Para que engañarnos. Si tomas uno de estos acabarás hablando de ti igualmente. Siempre acabas hablando de ti. Yo hacia bastante que no lo hacía. Hasta hoy, hasta esta noche, de madrugada… en busca de finales. Siempre resucitas en mi mente cuando se acerca algún final. Hueles a eso. A final pu(cu-)trefacto. Dejaste una parte parásita en mi cabeza que se alimenta de finales patéticos de novelas demasiado largas, de películas malas, de canciones comerciales, de poemas de rima fácil, de despedidas por el chat sin “putos” suspensivos… porque prefiero no hablar de finales de llamadas recibidas desde debajo del edredón y mucho menos de las idas y venidas cada vez que estoy “mosqueón”… esas idas que ya sabían a finales. Desde entonces no acabo nada en condiciones. Malos títulos, ningún final. No tengo emociones, ni ideas, ni lapsus, ni cojones. Un día te voy a regalar-enviar uno de mis pantalones con cuatro historias y sus trescientascincuentaytres versiones. Inacabadas todas, claro está.

martes, febrero 16, 2010

Así son las cosas

Tras acabar el master con una excelente calificación, haber disfrutado de los "placeres" de medio Logroño y lamido varias veces lo íntimo de su rima... poco más había que hacer allí.
No voy a mentir. Tenía ganas de volver a verla. Aunque el verano es una estación propicia para las rupturas, éste no es nuestro caso. Nos hemos reencontrado en julio, mes que hemos pasado entre Marbella, Madrid, Salamanca y Sotogrande. Este último de gran interés para mí, ya que es el único sitio donde puedo volver a verme con antiguos compañeros del equipo de Polo. Sus torneos reúnen a jóvenes jinetes de toda Europa y el ambiente chic que se respira es ideal para mantener a mi chica entretenida y a gusto.

La mayor parte de agosto hemos estado separados otra vez... ¡gracias a Dios! no la soporto demasiados días seguidos. Ella, como cada verano, pasa unos días en Miami, L. A., para ver a unos parientes lejanos, y acaba en NYC, en lo que ella llama su semana fantástica: "Shopping in the 5º Avenue". Insiste para que la acompañe pero cada verano me invento una excusa diferente para no convertirme en un perro faldero a tiempo completo y en una percha a tiempo parcial. Este verano ha tocado convención en Barcelona, o lo que es lo mismo: escapada de extranjis para ver a Susana. Llevaba desde la fiesta de final del master convenciéndome para coincidir unos días en verano... yo me hacía el duro y le contestaba que ya vería, que tenía muchos compromisos, y que no se preocupara, que si disponía de tiempo, prometía avisarla. Así ha sido. He cogido un avión al aeropuerto norte de Santa Cruz de Tenerife y me he traslado desde allí a La Orotava, que es donde vive. Me jode admitirlo, pero me ha hecho más feliz volver a ver a Susana después de un mes que a mi novia después de varias semanas. Las vacaciones han sentado bien a esta chica. En Logroño parecía otra. Supongo que el aire de la isla y estar rodeada por todos lados de mar le da un encanto especial. Estaba mucho más morena, con mejor cara y más interesada en mi polla que nunca. Por lo visto, me ha hecho caso y se ha cortado,... bueno, más bien, rasurado... me encantaba cuando me decía que jamás nadie se lo había comido con las ganas que lo hacía yo, ¡y si yo le contara...! Harto de comer y de ser "comida", las tardes de culo en el velero han sido más que inolvidables, parecíamos el Lequio y la Monroy en pelotas por la proa. He cogido un moreno curioso al que mi chica no está acostumbrada… puedo decirle que la convención tenía la recepción y alguna que otra sesión en el Port de Blanes.

Entre tanto sexo marítimo y tanta penetración submarina he tenido tiempo de hablar con su contestador y de mandarle algunos pocos e-mails diciéndole lo mucho que la quiero... ya saben, la conciencia después del polvo mañanero es muy puñetera, si es que... la echo de menos cuando está tan lejos... pero tal y como transcurren los días en la isla, voy a alargar esto, a seguir echándola de menos y a seguir queriéndola por correo electrónico. Lo que si será, es una sorpresa para Susana. Cada noche sobre mi hombro y después del follar como hienas en celo, me recuerda que por ella puedo quedarme el tiempo que quiera... definitivamente, creo que está enamorada de mi polla.

Como no tenía pensado esto, y las convenciones no son por quincenas (al menos, a las que yo asisto), le propondré ir a ver a mis abuelos al pueblo. Con esto, le pasa a ella como a mí cuando me sugiere que la acompañe a NYC, que siempre se ingenia una excusa para no bajar del status de la capital al de paleta rural, eso y que no soporta que esté más pendiente de mi abuela que de sus tetas. Ella y mi "yaya"... digamos que no se tienen mucha estima. Así que entre unas cosas y otras... me quedo casi una semana más, se termina su verano y se vuelve a Madrid. Yo empiezo el lectorado en la UBA y a saber cuando nos volvemos a ver.

martes, febrero 09, 2010

Sin cero

Tal vez vaya a buscarte. Te sorprenderé como solía hacerlo, sin flores en la mano escondidas tras de mí. Sin notas a letra imprenta ocultas bajo el cenicero. Sin rimas fáciles que te hagan reír. Sin síntomas de mi presencia, sin haberte recogido la ropa del tendedero, sin haberte estirado las sábanas. Sin esperas en el 69 de tu plaza de aparcamiento. Sin cartas en el buzón, sin sellos, sin destinatario… Sin cena para dos con velas gachas ni incienso del Perú. Sin llamadas al porterillo de madrugada. Sin mensajes a tu celular: “Estoy en las escaleras. ¿Puedo deshacer tu cama?”. Sin arena de playa, ni conchas moradas. Sin sonrisas conquistadoras ni miradas profundas. Sin cogerte de la mano por detrás, sin susurros al oído, sin sustos. Sin excusas, sin disculpas. Sin hablar del pasado, sin sentido. Sin saber lo que digo, sin abrazos. Sin sentir lo que siento, sin llantos. Sin que lo entiendas, sin saber, sin importarme, sin preguntarte. Sin hablar… sólo sexo, sin amor.