Lejos de ella buscaba acompañante para la inauguración de una nueva galería en el centro. Me gusta integrarme en la vida sociocultural de esta ciudad tan poco cosmopolita, lo hago por ella, saben, ¿no? Susana por aquel entonces ya me rondaba y yo echo mucho de menos a mi pichoncito.
Aquella noche dejamos el master de lado tras la tercera copa de vino y empezamos a conocernos mejor entre las copas de champagne. No sabía que Susana llevara aquel tatuaje. Tal cosa me sorprendió gratamente. De su boca dijo: -no sabes lo contenta que me has hecho eligiéndome a mí para que te acompañara. Tienes varias pretendientes en clase, ¿lo sabías?... le dije: -no, no lo sabía, pero ahora lo sé.
Intercambiamos miradas y sonrisas entre aquellas estrenadas salas de exposición, olientes aún a pintura y nerviosas por el trajín de los que allí se reunieron. Media etiqueta para ellos y vestido largo para ellas. Susana sabe elegir un vestido, ¡créanme! Físicamente me recuerda mucho a ella y es por ello y por la inevitable distancia que la extraño cada día, cada hora y cada minuto. ¡Joder, vaya ojos tiene... no me había fijado hasta ahora!
Hace cinco meses decidí dejar Madrid, a mis amigos, a mi familia y a ella por un master que podría haber hecho perfectamente en Alpedrete. Decidí darme un tiempo lejos de ella. Tiempo para que me extrañe y para que me demuestre de verdad que me quiere. Cuando acabe el master, si todo va a mejor, y ella termine la carrera hablaré con sus padres sobre la pedida. Tras nueve años de relación, mentiras, cuernos, huidas y reconciliaciones miles... después de nueve años lo que queda es casarse.
Susana ha quedado inaugurada por fin, me ha mostrado su peluda sala de exposición. Siguiente pretendiente de clase. Con Logroño me sale la rima fácil, con Susana también.
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