El verano acaba porque acaban sus días. El calor sigue, sofocante... como tú. Los viajes de idas para vomitar y de venidas fabulosas se truncan, en Septiembre vomitaremos fabulosamente en las paradas de metro, al salir del trabajo, con las llamadas en espera, en tu casa con la cena fría, esperándome… Las fotos para borrar (follando) y las fiestas para follar, borradas de la memoria al día siguiente.
Empiezo siete días a la semana la novela que dejé a medias hace unas horas... ya tengo el final, lo tenemos… para que puedas, como siempre haces antes del comienzo, leer las dos últimas líneas. El principio es lo que no se (nos) da bien. El portátil se calienta, son muchos años ya. Yo me caliento si te leo... te imagino en tu sofá, en braguitas, haciéndote un dedo tras la chupadita para el paso de página de tu libro de lectura nº 69.
El azul eléctrico de mis gafas y el negro de mis ojos son las novedades ya pactadas con Balmain. Este año no hay pasarelas, este año vamos a triunfar bajo los puentes y entre cartones. Voy a ser un vagabundo en tu cuerpo como lo fui en tu vida, destacando tus desdichas y tus fracasos como aquel callejero, contando nuestra historia como si a todos nuestros amigos importara. Pasare por alto los buenos momentos, las cenas a medias velas a orillas del Sena, los besos hasta la subida de mareas en Venecia, deambular por las formas geométricas de Picadilly Circus y el Soho, los paseos de la mano por Milán en Otoño, con lluvia… estos no son excusa para seguir guardando nuestras gabardinas. Se quedaron atrás, como tú.
Si algo hicimos bien... fue... no hacer amigos en común. Tú siempre caías bien porque a mí no me tragaban ni efervescente. Mis únicos “amigos” son gays promiscuos, jóvenes aspirantes a putas y los lunares de tu espalda.
De nuevo has acabado fracasando. Ya no eres la última en los fotogramas de mis sesiones de masturbación.
domingo, agosto 30, 2009
jueves, agosto 13, 2009
NUMB3RS
Como las primeras veces, aquellas en las que me leía en tus letras.
Parafraseando cada uno de tus párrafos, reinventándome para ti en cada palabra. Como las veces que nos hemos visto, estudiando la forma concreta en que padeces y sientes mis miradas y mis sonrisas. Tus estados corporales definidos en mi diccionario de lo irracional y lo emocional. Diccionario que prestaré gustoso al Elegido. Al nuevo protagonista, al que rompa la unión de nuestras mentes encriptadas, y tu corazón.
Es cierto, los números nos persiguen, la vida está llena de ellos, no podemos concebirla sin los dígitos que representan y determinan encuentros rara vez azarosos. Yo, que soy un chico de letras, tengo que ayudarme con la calculadora para dar lógica humanista a los números que nos rodean y que me muestras... a las cifras que calculan nuestros momentos y sentimientos, y que tú me transmites para que acierte en resolver cuántas veces he sido yo para ti... acaso aquella que te despertó un escalofrío inverosímil, o la que hace que tus mejillas hiervan.
Un día llegará,... siempre llega ese día.
Cuando ocurra tendrás la mayor y más acertada excusa que interponerte(nos).
Y te servirá para no quererme más, para no volver a escribir sobre mí.
El día que eso suceda, yo... dejaré de existir.
Parafraseando cada uno de tus párrafos, reinventándome para ti en cada palabra. Como las veces que nos hemos visto, estudiando la forma concreta en que padeces y sientes mis miradas y mis sonrisas. Tus estados corporales definidos en mi diccionario de lo irracional y lo emocional. Diccionario que prestaré gustoso al Elegido. Al nuevo protagonista, al que rompa la unión de nuestras mentes encriptadas, y tu corazón.
Es cierto, los números nos persiguen, la vida está llena de ellos, no podemos concebirla sin los dígitos que representan y determinan encuentros rara vez azarosos. Yo, que soy un chico de letras, tengo que ayudarme con la calculadora para dar lógica humanista a los números que nos rodean y que me muestras... a las cifras que calculan nuestros momentos y sentimientos, y que tú me transmites para que acierte en resolver cuántas veces he sido yo para ti... acaso aquella que te despertó un escalofrío inverosímil, o la que hace que tus mejillas hiervan.
Un día llegará,... siempre llega ese día.
Cuando ocurra tendrás la mayor y más acertada excusa que interponerte(nos).
Y te servirá para no quererme más, para no volver a escribir sobre mí.
El día que eso suceda, yo... dejaré de existir.
huellas encasilladas
Huella sobre huella
Suscribirse a:
Entradas (Atom)