No cabe duda que de todas las herramientas del nuevo Microsoft Word, la de Ancho de página en la pestaña Vista era y será la mejor opción para empezar y acabar con final inesperado la novela que tengo en mente.
Últimamente, de unos quince años acá, la mayoría de mis éxitos literarios han rondado las trescientas y “picopelopata” de palabras, la mayoría aceptadas por el DRAE, algunas malsonantes y otras inventadas. Los mejores los dedicados con la mitad de trescientas, muchos picos, dos patas y nada, nada de pelo. De unos quince segundos acá, he pensado en juntar todos esos textos y quizá, y digo quizás, me llegue para una novela de segunda, una donde aparezca bien grande y socorrida mi foto en portada (y en el interior, pero más pequeña, claro). Puede darme para algunas invitaciones Vips y para algunas acreditaciones. Estancias en hoteles, reencuentros con amores de nivel 2, chic y presentadoras de TV. Firmaría algunos ejemplares, tengo muchas amantes y un par de amigos conocidos [por todas (mis amantes)]. Me daría para “vivir del cuento”, nunca mejor dicho. Hacer como en las pelís americanas, en esas librerías nada “cool” junto a ropa y discos de segunda mano, tropezar conscientemente con la chica que observa la foto del interior: “Sí, bueno… soy yo, bueno sí, era… mucho más joven”.
Actualmente, no sobrepaso el centenar. Éste ya se me está haciendo demasiado largo, y acabo de empezar. No me preocupa demasiado. Tengo cosas que hacer en cuarenta y cinco minutos, y tendré que dejarlo (a medias). Cuarenta y cuatro. Ya he llegado a ciento ochenta y ocho en total, ahora ciento noventa y tres. Treinta y nueve minutos.
Ahora entiendo lo que es vivir en soledad (perseguida. Sí, por favor. Oh my God!). La buhardilla es demasiado coqueta para disfrutarla a solas. Al llegar a casa después de hacer los “mandados”, parece que se me cae el techo encima. Esto es literal y en el otro sentido también lo es. Parece, del verbo parecer. De todos modos, es lo que te digo. Entre lavadoras y tendederos, entre camas y encimeras, entre muebles y suelos… tenlo todo recogido por si hay visitas, y abrígate si sales a la calle. "Mamá estamos en abril". Tenlo todo así, y entre unas cosas y otras, escribe algo donde no hables de amor, corazón, playa, verde y mariposas. Y es que es así. Me gusta cocinar y escribir, pero pasados los cuarenta y cinco minutos, prefiero un práctico chino, un cuchillo afilado y un buen abridor (así me lo vendieron: “El interior de una botella puede llegar a ser muy tentador pero sin el sacacorchos adecuado no podemos disfrutar de ese placer.”) que seguir con un texto de cuatrocientas cincuenta y cinco palabras que no dicen nada.