Y no es por ella. El soplo de aire en mi vida no es por ella. Ni por su pelo largo, dorado con mechas. No es por la cortina de pestañas que esconden sus mejillas. No es por el brillo excesivo de sus pupilas, ¡qué lindas niñas! Escaparates de vida, marketing pre-venta de sonrisas en el interior. Y ya te lo digo yo que no es por ella.
Que las ráfagas de aire no son por los pasos dados con su fina figura, ni por el aliento de naturalidad que le da su edad. No es por su mirar, insuperables en sus retinas. No es por la cercanía de estos días. Éstos son consecuencia de la meteorología. Los vientos parecen ser favorables. Los vientos, en realidad, no son lo que parecen. Me despeinan… y no me importa. Y ya te lo digo yo que no es por ella, o sí.