Si sientes una flor. Si la sientes de verdad.
Si miras a una flor con todos tus sentidos. Si la tocas escuchando como la brisa mueve sus colores. Si la miras notando su textura, la suavidad de sus pétalos en contraste con la rugosidad de sus verdes hojas. Si la hueles. Si la hueles estás perdido.
Y la olí.
Y estuve perdido la mitad del tiempo que hubiera tardado en hacerla mía. Sin saberlo me sentí intruso en jardín ajeno. Sin saberlo.
Me conforme con admirarla. A veces de pasada. Sin que ella lo notara. Otras, quedaba envuelta por mis miradas. Sin que ella lo notara. Podría tenerla plantada para siempre en mi campo de visión.
A sabiendas de lo que nunca se dijo la flor se enterneció. Estaba viva porque sentía mi calor. Cambiaba de colores con los días, llamando mi atención. Su gesto abierto y natural, sus pétalos con los días cambiaban de color, su pigmentación morena contrastaba. Y yo sólo podía bañarla con más miradas.
En las primeras horas del día se llenaba de matices atrayentes cercándome como miles de tiras de papel charol, todas a mi alrededor, cada una de un color.
Si sientes, de verdad, una flor. Estás perdido.
¡Maldita flor! … ya me espinó el corazón.
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4 comentarios:
Maldita. Maldita sea, por siempre jamás maldita.
Eso mismo digo yo.
Eres un mierda...y lo que escribes tambien lo es.
Eso mismo digo yo.
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