martes, septiembre 30, 2008

Mangaroca

Follar como animales diciéndose cochinadas está muy bien después de cuatro cervezas, algunas tapas y unas risas trituradas entre sus cómplices miradas.

Que le falte el aire y estire su cuerpo como una goma del pelo. Tener una pelota antiestrés no viene mal, y funciona muy bien sobretodo cuando no hay estrés que mezcle los ingredientes sin batida de coco. Pero aquella Mangaroca fue preparada desde la más exquisita experiencia sexual, lista para tomar después de varias agitaciones. Y sin batido de peros

Lo suyo no era torpeza, era inconstancia. Lo era desde el primer pelo de barba rasurado bien entrada la pubertad, con dos… cojines a juego con los cuernos de macho cabrio… hasta volverse vago y no pillar el cortacésped más que para pasarlo por toda su plenitud.

No tiene mal fondo. Puede ser un cabrón, pero es un cabrón sincero y respetuoso. Hace daño pero lo hace sin querer queriendo cuando no quiere.

Él quería con tiempo limitado: mucho en poco tiempo, nada a largo plazo.

Y así le iba. Con uno y otro tren de la misma venida.

2 comentarios:

Virginia Vadillo dijo...

Me gusta como escribes, tus letras se quedan rodeadas de un humo de misterio que te deja con ganas de más...
Y eso de ver la playa desde tu casa.. eso sí que es un privilegio!! Cualquier día me exilio en un sitio así! ;)
Me alegro de haber encontrado tus huellas! =)
Un beso!

Anónimo dijo...

Qué me gusta leerte