El día que decidí acabar contigo tuve dudas. Estaba entre hacerlo con un disparo en la sien o con un último beso. Una pena que no entienda nada de armas. Tal es, que creo que no sé ni dónde está exactamente la tal “sien”. “Si en” ti o “si en” mí. Recibir el disparo es mucho más fácil, seguro que acierto conmigo. Al final siempre llevo premio.
El día que decidí acabar contigo, lo hiciste tú antes conmigo, te adelantastes. ¿Paradójico? No lo creo. Eres tan insoportable como yo mismo, y yo mismo soy tan paradójicamente insoportable que me estremezco cuando me leo.
El día que decidí acabar contigo nada más era para tener, por primera vez, un final real, uno del que pudiera hablar. Uno que me diera tranquilidad, y poder decir: lo hecho, hecho está. Eso quiero yo. Un final. Uno más, pero de verdad, que duela a rabiar… que cuando lo escriba y lo leas te haga llorar, os haga odiar(me). Eso, eso sería un buen final.
1 comentario:
finales, principios, reinicios
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