sábado, abril 12, 2008

Helen (el desenlace)

“La oscuridad lo envolvió todo, y supo que cuando volviese la luz todo habría cambiado”. Repitió esa acción varias veces, porque aún no estaba muy convencida de aquello. Esa noche cuando Helen despertó, no sabía donde estaba, no recordaba nada, no se reconocía en el espejo, y no se creía lo que le acontecía; sintió miedo, otra vez y no sabía por qué.

- Apago. Enciendo. Apago. Enciendo… - se repetía susurrándose a sí misma y cerrando fuertemente los ojos. -

En aquella habitación de hospital la penumbra se había convertido en una compañera fiel. Y diez años sin ver la luz eran muchos años. Volvió la luz por sexta vez y supo que todo había cambiado. Decidió apagar, se sentía más cómoda y segura en el ambiente que la débil sombra provocaba gracias a la poca luz que llegaba de aquellos largos pasillos y a la pertinente oscuridad de aquella noche.

Se sitúo en el centro de aquella habitación, junto a la cama. Dio un giro de trescientos sesenta grados a la velocidad en la que se proyectan los fotogramas en una pantalla cinematográfica. De nuevo, se giró a observar. Seguidamente, se sentó en la cama dirigiendo la mirada hacía la ventana. Así se pasó un buen rato. A veces, quieta. Otras, simulando el aleteo de una mariposa, moviendo sus brazos y rozando sus manos sobre el colchón. Cuando conseguía calentarlas, se las llevaba a la cara y ceñía el gesto. Al tiempo, se estiro en la cama e intentaba concentrarse para recordar que había pasado. Después de tantos años sobre aquella cama, la sucesión de aquellos nuevos acontecimientos y la imperiosa necesidad de concentrarse para recordar lo pasado, la envolvieron otra vez a la oscuridad del sueño.

A la mañana siguiente, como a diario durante diez años, el Dr. Torres entraba y salía de aquella habitación continuamente. Ese día, una de las veces que entró a comprobar que todo seguía como siempre, notó algo raro. Sintió algo (en realidad, era a alguien). Permaneció quieto un segundo y dijo sonriendo:

- ¡Te vas a volver loco amigo!, veras como sí…
- Pues no serías el único… - gritó Helen irónicamente.

Aquellas palabras retumbaron en los oídos del Dr. Torres. Se volvió sabiendo ya lo que estaba pasando. Había llegado el día, el día en que Helen despertaba.
Ella no sabía que él le tenía un cariño especial, que había sido una paciente diferente, que había sido su única confidente y que a veces… cuando la hablaba, no lo hacía como el Dr. Torres sino como Frank y que a veces… no la miraba con ojos de doctor sino con los ojos de Frank. Éste contuvo su emoción.

Procedió a examinarla. Mientras, ella le contaba lo que había pasado durante la noche. Luego, disparaba hacía el Dr. Torres cientos de cuestiones. Qué hacía en aquel hospital, cuántos años habían pasado, por qué no recordaba nada de su pasado…

- ¡Ehh! Tienes las manos frías… conóceme antes de subirme el camisón ¿no? - bromeaba Helen mientras era examinada.

Pasadas las primeras bromas y risas del momento, se realizó un examen de exploración física y se comprobó que Helen estaba corporalmente sana. Posteriormente, se efectuaron una serie de pruebas neuropsicológicas para comprobar en qué estado habían quedado sus funciones cerebrales después de diez años.

Helen ingresó sin haber cumplido los veintisiete años con un coma metabólico. Un trastorno en el metabolismo es la causa más frecuente de estados comatosos. Helen sufrió una insuficiencia hepática, exceso de toxicidad en el cerebro. Las causas de esto son desconocidas pero varios estudios apuntan, según acompañen una serie de signos neurológicos, a que el caso de Helen se debió a la administración de ciertos fármacos y sedantes durante su niñez.

Helen, con apenas siete años, presenció junto con su hermano Marcos la muerte de su madre Helena. El tren que debía llevarles hasta el lago atropelló a su madre después de salvar a la niña. El fuerte y violento impacto hizo desaparecer literalmente el cuerpo de Helena.
Los dos pequeños estuvieron ingresados hasta su adolescencia en un centro psiquiátrico. Estuvieron en tratamiento por un trastorno por estrés post-traumático.
Marcos con trece años se suicida. Éste culpó durante cuatro años a su hermana. La niña ve a su hermano yacer en el suelo de su habitación, tras haberse provocado un corte en la yugular. Murió desangrado con una foto arrugada de su madre en una de sus manos.

Este hecho acrecento más y más la difícil situación en la que Helen se encuentra. Al importante trastorno de ansiedad, se le suman otras deficiencias psicológicas que dificultan más si cabe el tratamiento llevado hasta entonces. Con ello, también hubo un aumento en la medicación. Durante un periodo de su vida sobrevive gracias a la administración de fuertes sedantes.

Pasada su adolescencia Helen ‘parece mejorar’ levemente. Hace vida ‘normal’ en el centro psiquiátrico. Inexplicablemente, en su dieciocho cumpleaños sufre una variación inimaginable en su estado. ‘Parece admitir’ el problema y actúa como si nada hubiera pasado. En algunos casos menos graves, estos patrones de conducta surgen debido a la negación u omisión de tal suceso, llegándose incluso a creer que tal cosa sólo fue un mal sueño o que, sencillamente no tuvo lugar.

Tras un diagnóstico previo, un exhaustivo análisis y un profundo estudio del caso, se llega a la conclusión de que Helen sufre una variante de lo que puede ser una amnesia disociativa. Ésta surge como consecuencia de un mecanismo de defensa a causa de la existencia de uno o varios eventos traumáticos. Se produce una incapacidad para recordar un acontecimiento personal importante. Los recuerdos no desaparecen, simplemente se encuentran separados del conocimiento consciente y se es incapaz de recuperarlos voluntariamente.

En oposición a este estudio, otros psiquiatras entre los que se encuentran el Dr. Martínez, primer psicólogo que la trató, apuntan a que esta amnesia, además de ser causada por la experiencia de varios acontecimientos traumáticos, fue inducida debido a la gran ingesta de fármacos y sedantes.

[El caso de Helen apareció en las noticias debido a la dureza del suceso, pero antes de que los medios de comunicación siguieran el desarrollo de su vida más allá del accidente, el Estado se ocupó de la niña y el Dr. Martínez quedó relegado a un segundo puesto, no pudiendo así desarrollar convenientemente su trabajo con Helen.]

En aquel momento, aquel grupo de psiquiatras deciden que, tras los difíciles acontecimientos traumáticos vividos por Helen, lo mejor es no contarle nada de su pasado. Deciden darle la oportunidad de poder hacer una vida ‘normal’, sin fármacos.
Pasa el tiempo y la niña, ya mujer, consigue rehacer su vida ajena a las experiencias vividas en su infancia. Va a la universidad, consigue un empleo y se convierte en una joven con un futuro prometedor dentro del mundo de la publicidad.

Un día cualquiera, poco antes de cumplir los veintisiete años, Helen empieza a tener una serie de visiones, de sueños. El desorden de estrés post-traumático le acarrea el regreso de recuerdos no deseados espontáneamente. Ella no sabe que le pasa, y siente miedo. Siente miedo cuando mira hacia atrás y no sabe por qué.

Una tarde tras salir de la oficina, Helen camina con paso ligero hacia su casa. De nuevo siente miedo al mirar hacia atrás. Lo que quiere es llegar a casa y meterse en su cama, bajo sus mantas, dormir y no soñar. Pero sí, soñó. Aquella noche se vio acudiendo al psicólogo que la trato cuando era niña. Se vio tumbada en aquel diván. Se vio relatando el fatídico suceso de aquel día en la estación.
Esta vez, la fuerte ansiedad que le había provocado el no saber qué le ocurría, la presencia de aquellas visiones, su último sueño, la aparición en su vida de un estrés sociolaboral unido y relacionado con lo anterior y la, ya sabida, insuficiencia hepática que su cerebro sufría, hace que Helen, un día cualquiera, caiga en un estado severo de pérdida de conciencia. Helen sufre un coma.

Pasados diez años, Helen despierta y no recuerda nada de su vida anterior.


Tras el examen médico y psicológico, el diagnóstico del Dr. Torres constató lo que se sospechaba. Algunos pacientes comatosos, tras un largo tiempo de pérdida de conciencia, despiertan con periodos indefinidos de amnesia. En los mejores casos pueden estar días amnésicos. En otros, los peores, hasta años, incluso puede que nunca vuelvan a recordar nada. En estos últimos, el paciente, a nivel personal, tiene que formarse una nueva identidad.


Helen P. A.
Mujer.
Treinta y seis años.
Ex-paciente comatosa. Duración: nueve años y 10 meses.
Diagnóstico final:
- según su clasificación cronológica: Amnesia retrógrada.
- según su etimología: Amnesia global.
Historia personal: desconocida.




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11 comentarios:

Jan Lorenzo dijo...

Caray... Vengo hasta donde me has traído, hasta el final de esta historia y el comienzo de la nueva vida de Helen...

Al fin podrá ser feliz? Podrá tener una vida normal? Nadie puede asegurarlo, pero ha despertado y eso ya le da lo más importante... La oportunidad de intentar ser feliz...

Me ha gustado mucho y me siento privilegiada de ser la primera que comenta este relato que has comenzado con mi frase...

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Jara dijo...

Por un momento me he sentido en un comité de médicos,atenta a cada detalle de lo sucedido, de su caso, de ella misma.

Introduces la historia de tal manera que resulta familiar.Y el final que cierra cierta parte de su vida y que deja en interrogantes lo que fue y será de ella. Algo que has hecho bien en ocultar. (a mi gusto)








pd. y mientras te comento escucho Turnedo, porque me encanta y estuvo en mi móvil muchisimo tiempo. Creo que voy a rescatarla.



besos.

Anónimo dijo...

lo has bordao.

Anónimo dijo...

Me quedo esta tarde contigo
Las de ayer, las de hoy, las de siempre...

Me quedo en tus suspiros,
Con tus ángeles, tus demonios.
Me quedo contigo en tus lágrimas
Las que están, las que ya se evaporaron...

Me quedo contigo aunque no me dejes...

Me quedo contigo esta noche,
Las de ayer, las de hoy, las de siempre...

Me quedo contigo en tus miedos,
en tus insomnios
Me quedo hoy al lado tuyo
en un rincón, en tu cama...

Me quedo contigo en tus estrellas
sin ellas, en tu cielo, en donde sea...

Me quedo contigo en tus enojos,
tus alegría, tus momentos buenos, tus momentos malos...

Me quedo contigo como eres, jamás pretendería cambiarte

Me quedaré contigo estés donde estés.


(...carta para ti...)

P.D. Principessa:*

Anónimo dijo...

Para alargar la espera hace falta constancia y ganas. Y seguridad. No hay que decir nada que no se sepa ya.

No hay que buscar en el pasado para ser desconocidos.

No hay que dejar de hacer muchas cosas, porque aún hay que averiguarlas.

Helen puede ser una guía perfecta para llegar a ninguna parte, de nuevo, y disfrutar de todo, por el camino.

Anónimo dijo...

Uffff... ¡qué bueno! Me gusta, me gusta demasiado...

No me esperaba este giro, no me imaginaba a una Helen así... me he quedado medio tonta al ver la frase de hace dos semanas (la del inicio de esta historia) plasmada en metad del relato...

Le he dado mil y una vueltas y no termino de decantarme por una opción: no sé si lo mejor es que tanto ella como el doctor Torres no sepan nada de su "Historial personal" o si, por el contrario, lo mejor, para Helen, hubiera sido que no se la llevasen del lado del primer médico que la trató... :/

No me enrollo más... la calidad es indiscutible y "tus maneras de narrar" no pierden fuerza a medida que se te sigue leyendo. Mi enhorabuena más sincera niño ;)

Un besote!

Anónimo dijo...

Quiero un final ya. Se me hace largo tener que esperar cada semana para poder leer un poquito de la "vida" confusa de la protagonista.

Se me hace rara la reacción que tiene Helen cuando se despierta, cómo se toma las cosas y demás. Lo hace demasiado bien, a mi entender.

El Dr. Torres me sorprende gratamente.

Voy a cerrar los ojos muy muy fuerte, a ver si cuando los abro hay otra entrada tuya por aquí, donde nos cuentas al fin qué pasa con ella.

Muy buena historia, saludos!

tormenta dijo...

perfecto desenlace... estupendamente bien llevado, narrado, además de muy bien documentado.
me ha sorprendido muy gratamente reencontrarme con el final de esta historia.
o sea... que hoy sólo tengo peloteo, pero es que a veces es lo que toca ;)

un beso.

Sara dijo...

Aunque he estado desaparecida de cuentacuentos unos meses os he ido leyendo a algunos de vosotros.
Me encantó la historia de Helen pero la segunda parte la ha superado.
Me he aficionado a tu forma de escribir, me parece perfecta y por supuesto con Turnedo en la imagen de cabecera de tu blog has terminado de ganarme ;)
Un besito

Anónimo dijo...

Pero es que hay otra parte? :O
Voy a pasarme por tu blog a mirarlo de arriba abajo (voy más falto de tiempo que de cariño) XD
Escribes de puta madre, me gusta. Lo del cuadro clínico y el resumen de la procedencia de su mal también es para quitarse el sombrero. ¿Tú no estudiarás medicina, no? jajaja
Ala pues!
Nos vamos leyendo!
Un abrazo y sigue así, que me mola mogollón!

Hell.

Pugliesino dijo...

Si es que Doñana a los que venimos de Málaga nos hace dar un rodeo para llegar a Huelva! :)
Un relato muy bien elaborado y conducido conservando a lo largo de la obra la intriga por conocer el desenlace que lejos de ser un final no es sino el comienzo de una vida nueva,de un inicio que aquellos ojos aunque cerrados no dejaron de soñar.
Un abrazo