sábado, abril 05, 2008

El cuento de un cuentista (la secuela)

"La mano no me tiembla mientras acerco la cerilla al cigarro que cuelga de mis labios". Pero no era mi mano sino la de ella. Y no era una cerilla sino un chisquero. Y no era tabaco sino un cigarrillo de hachís. Y no eran mis labios…
No le importó dejarme allí rodeado de gays, lesbianas y drag queen. Y no le tembló la mano ni siquiera cuando la acercó a mi sexo en el servicio de señoras, prostitutas, señoritas con barba y otras personas que adoptan los caracteres sexuales del sexo que no cuelga.


(…) Y hubo sexo. Mucho sexo. Y hubo otras cosas. Y sí. La servilleta del Hard Rock Café certifica que su encuentro en la capital tuvo lugar. Y aunque no era como habían planeado, es lo que tuvo lugar.

Después de aquellos primeros encuentros esporádicos no se vieron más. Sus visitas al sur con duración limitada truncaban los planes que él no quería ni pensar en planear. No debía programar su vida, no era cuadriculado, no era como la gente que se da citas precisas, no necesita papel rayado para escribirse, no aprieta desde abajo el tubo de dentífrico, no. Pero deshacía la maleta tras llegar a su destino, ordenaba las camisas por colores, los jerséis por el grosor de sus hilos, las bufandas perfectamente dobladas, cada jeans en su percha mirando todos en la misma dirección con los bolsillos para adentro, varios modelos de gafas, todas graduadas, y como ellas calcetines de colores y calzones MD surrealistas estampados con flores. Después de aquellos primeros encuentros esporádicos no se vieron más.

El espacio, con la inevitable distancia de por medio, y el tiempo, sin reloj de cuco que lo precisase, se hacía oír con el silencio, también de por medio. Pasaron los meses sin sus historias, las semanas sin sus textos, los días sin sus párrafos, las horas sin sus palabras, los minutos sin sus letras... todo pasaba. Había pasado el tiempo aunque uno de sus relojes, el Sandoz grande de esfera con fondo blanco y correa negra, estaba parado, sin pilas quizás.
De por medio, hubo días raros. Ella ya no escribía como antes porque simplemente no escribía. Su blog se quedó parado, sin pilas quizás. Él seguía escribiendo, las visitas al perfil in crescendo y tal vez le fue infiel fijándose en letras anónimas con otros fondos, con otros temas y con otra literatura más ficticia que la que él podía crear y modelar de su vida más fatal. Una noche se ahogó en historias que empezaban con el mismo principio.

Creen que le fue infiel, ¿verdad?

Las llamadas fueron in decrescendo, los mensajes al celular inoportunos, a deshoras, los e-mails extinguidos. La vida pasaba y más de cuatro mil novecientas noventa y dos palabras les separaban. La suma se hacía más jodida si cabía al operar con seiscientos veintiocho coma cinco kms. Él con decimales se perdía, es como tener que calcular mentalmente cuarenta y siete coma treinta y tres mililitros para un volumen de noventa mililitros, por eso ella llevaba siempre en su bolso, junto a otros avatares, una calculadora. Eran los dos malos con el cálculo. Con eso y con muchas otras cosas.

Un amanecer cualquiera de un día cualquiera cuando despertó apreció un parpadeo anaranjado en la barra de tareas. Abrió aquella ventana y leyó:

Andrea says: … vente a Madrid!!

Hacía siglos que no la leía vía messenger y este mensaje le turbó. Tanto que no se lo pensó. Maestro en la compra de billetes de vuelos, tren o bus por Internet aceptó las condiciones que la empresa exigía, marcó su asiento en verde y tecleó los dígitos de su Visa. Buen Viaje.


* * *

Más historias con el mismo principio en ElCuentaCuentos

* * *

Con la intención de no alargar más la lectura (algunos habrán tenido que leer la primera parte), y con la idea sincera de no aburrir, interrumpo el desenlace, la secuela de este cuento de un cuentista.

Tengo escritos a medias, libros a medias... todo sigue como mi vida, a medias.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

Tampoco era mi mano, ni mi cigarro, ni mis labios... pero eso ya lo sabes. ...Como tantas cosas.

Madrid es una ciudad mágica, y sólo hace falta cerrar los ojos un momento para conocer exactamente eso que la hace especial.

La buena compañia es un extra millonario, gratis.

Tengo que acordarme de devolver aquellos calcetines de colores...

Anónimo dijo...

Vamos a echar cuentas tú y yo: me he leído tus tres últimos relatos de una sentada (culpa mía por no haberlo hecho antes, esto lo sé) y en dos de ellos me dejas con el "continuará". Esto muy justo no parece, ¿no?

No sé. ¿Qué te digo yo ahora? Que leo y releo, uso los links, vuelvo a leer y a releer y sigo leyendo más si cabe y... ¡joder! es tan real que hasta duele (y tb sin el "tan", con el "real" y punto). Y yo... yo soy muy llorona joder!

Pues eso, que me voy con la lágrima resbalando y el estómago encogido.

Tercer besote de la tarde/noche. Hasta pronto...

tormenta dijo...

Me leí la entrada en su momento. la secuela me sigue pareciendo triste, una historia triste, llena de meláncolía e inmersa en una especie pseudotragedia. Hay quien piensa que en la melancolía hay magia,-de hecho yo lo pienso- aunque me joda ponerme melancólica. a lo que tú podrías eventualmente responder "joder, pues no leas" y tendrías toda la razón. y yo me quedaría con cara de tonta teniendo que admitir que yo leo para que me sucedan estas cosas.

un beso, hasta otra.

Jan Lorenzo dijo...

Seguimos con el "que pasará?" en los labios y la tristeza encogiéndonos el corazón... Habrá final feliz para ellos? O no viven dentro de un cuento en el que todo (al fin y al cabo) sale bien?

Besines de todos los sabores y abrazos de todos los colores.

Anónimo dijo...

Yo he sido una de las que ha tenido que leer la primera parte. Mea culpa por no haberme puesto al día la semana pasada, y estupidez la mía el no haberme pasado por aquí hasta ahora.
El punto más importante de la historia se me hace familiar. Los viajes a la espectacular ciudad llamada Madrid son frecuentes por aquí. Y no son seiscientos kilómetros, en mi caso son dos mil y pico, dos horas diez minutos de vuelo. Pero bueno, qué se le va a hacer.

Ganas tengo de que sea ya lunes de nuevo, para volver a leerte y que no nos dejes a medias!

Pugliesino dijo...

Sin todo lo anterior ese "Vente" final se hubiera perdido entre el recuadro messengeriano,formando parte de la rutina inacabada. Pero cada palabra que nos lleva en tu relato hasta ese momento no es sino parte de la ausencia.Tan necesaria para poder sacar ese billete sin dudarlo.
Bien hecho! A seguir!!
Un abrazo

Klover dijo...

Bueno, pues yo no me he leido las secuelas, sinceridad ante todo ;) pero si esta parte y creo que me puedo hacer una idea más o menos clara. Relaciones a distancia, internet...kilómetros que separan...cada vez más a la orden del día. Escribes bien, hay chicha.

Por cierto...ya que, aunque fue Alejandra quien acerto, tú también lo reconociste así que pasame tu correo y te envio el pequeño "premio". ¿Cuanto llevas en cuentacuentos? espero que no mucho (y si no disculpame que hace mucho que no sigo quien se mete nuevo^^) porque así te puedo lanzar un "bienvenidoooo"

Buena semana...cuidate ^^