sábado, marzo 22, 2008

El cuento de un cuentista

Nunca antes lo habían calificado de escritor, si acaso se creía cuentista, y tampoco. Era un chico joven sin ambiciones que jamás había publicado nada ni había participado en concursos de literatura… eso sí, a la hora de escribir tenía cientos de musas. Escribía porque le salía, sin más. A veces, regalaba textos ilustrados por el mismo. Le gusta dibujar, y su talento para ello se sabía entre las gentes.
Fracasado en las artes que creía manejar fue perdiendo las vocaciones por el trazo a mano alzada y por las letras. Tenía cajas de zapatos sin zapatos, cartas miles jamás enviadas, cientos de hojas encriptadas, servilletas anónimas de aquel café, trozos de papeles varios con alegatos, pretextos, declaraciones y otros avatares tintados y arrugados.
Con el tiempo, las nuevas tecnologías hicieron casi secar su tinta del todo. Aparecieron entonces con su primera computadora de sobremesa documentos de texto (Documento 1- Microsoft Word), blogs de notas, escritos, libretas de direcciones, carpetas amarillas… junto a éstas, una papelera de reciclaje llena de palabras mal sonantes. Llegaron e-mails, correos electrónicos, espacios virtuales y modas fotoblogeras. Llegaron lecturas anónimas de gente anónima, como él. Volvieron las inquietudes de expresar. Había estado atado de manos y mente mucho tiempo. Necesitaba vomitar literatura, y así lo hizo.
Blogia, wordpress, blogger, e-diario, blogspot, blogsome... mundos virtuales creados con el único fin de expresar, inventar, dilucidar, crear, imaginar, mostrar, aclarar, sentir, algunos aburrir… pero sobre todo hechos para contar historias, cuentos, relatos…
Había leído mucho de muchos. Y escrito poco. Había disfrutado comentando, posteando, burlando las historias que leía. Se sentía bien como intruso en los relatos fantásticos de otros. Y había escrito poco.
En un anochecer cualquiera de un día cualquiera se topó con un blog. Quedó fascinado con sus textos. Había estado toda una noche comentando las historias que esa anónima había publicado durante meses. Al día siguiente, la volvió a leer. Y así hasta hoy. Sus historias se convirtieron en parte de su vida. Las leía como aquel que lee la prensa diaria. Una rutina cotidiana. Una adicción por sus letras. Sus palabras le habían enamorado como él había burlado antes a muchas otras. Y nunca fue el protagonista de sus historias. Pero se creyó serlo y disfrutaba pensando que era el hijodeputa que había destrozado la vida de aquella chica anónima y al cual iban destinadas todas las palabras.
Pasó el tiempo, y con éste los meses y sus historias, las semanas y sus textos, los días y sus párrafos, las horas y sus palabras, los minutos y sus letras… todo pasaba y el anonimato también pasó.
Hubo conversaciones incoherentes vía messenger. Hubo e-mails poco o nada reveladores, respuestas a tests absurdos. Hubo sms encriptados. Hubo llamadas telefónicas jamás respondidas por él. Hubo lo que jamás ninguno pensó que habría. Hubo sexo. Mucho sexo.




"dicen que segundas partes nunca fueron buenas,

pero este cuento aún no ha terminado"




4 comentarios:

Anónimo dijo...

"...pero este cuento aún no ha terminado" Gracias y suerte a que no lo ha hecho, en que en él...eres tú el que llevas el rumbo y que...por qué no, puedes cambiarlo. Sigue tu propia historia, recorre y busca un nuevo final, tu final, pero nunca cambies... Un besote xuli :)

Perséfone dijo...

Las vueltas que da la vida ¿Eh, pequeño?

Hay partes de ese texto con las que me siento totalmente identificada.

Un saludo, educador (he decidido llamarte así "cariñosamente", espero que no te importe xD)

Anónimo dijo...

Si años atrás (más bien décadas o incluso siglos...) lo "habitual" era algo parecido a la "Carta a Fernando" de mi protagonista, hoy por hoy, en pleno Siglo XXI, era de las NNTT, etc. lo que se acercaría a lo "casi más normal" sería algo así... ¿?

Y no sé, al leerlo me hubiera gustado emularte un poco y plasmar la otra cara de la moneda, lo que escribiría ella, pero me he rendido pronto. No soy capaz.

Me gusta tu forma de escribir, pero lo que más me impacta es la visceralidad que imprimes en tus letras... Me dejas pasmada, en serio.

Un besote!

Jara dijo...

Nos tocará esperar a que el cuento termine para saber si la segunda parte merece la pena o no.


saludines futuro cuentista.



:)